miércoles, 20 de abril de 2016

[Personal] El olor de los días de invierno

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Albacete está bastante bien. Alguna vez he dicho que estoy muy agradecido por haber sido adolescente aquí, porque en esa época yo (no voy a hablar por vosotros) tenía que odiar el sitio donde vivía y sentirme incomprendido y rechazado, y Albacete es una ciudad muy poco hostil para esas cosas. Yo la odié pero a ella le dio igual, no me trató mal y fue una época rebelde muy tranquila y pacífica. Pude dedicarme a leer sobre todo y a formarme e informarme de muchas cosas. Ahora que he vivido en otras ciudades un poco más represoras y conservadoras, tengo la sensación de que si hubiera tenido quince años en esas ciudades lo habría pasado muy mal, me habría convertido en un revolucionario delincuente de pacotilla, me habría partido la cara la policía más de una vez y me habría visto rodeado de malas compañías.

Y por haber vivido fuera varios años y haber vuelto, he visto lo bien que se vive aquí y cuánto la he echado de menos. Además la segunda mitad de mi vida he vivido en lo que se puede considerar ya el extrarradio, lo que hay más allá de la Circunvalación, una carretera que antiguamente marcaba el límite de la ciudad y que era vigilada por la Guardia de la Noche, que en una ciudad tan pequeña no significa prácticamente nada. Voy muy a menudo al Altozano, que podríamos decir que es la punta opuesta a mi casa, y tardo una media hora andando. Vivir en las tierras recónditas del sur de la ciudad no supone nada a nivel de aislamiento, pero sí a nivel de paz y de espacio vital y de esas cosas tan importantes que sólo echas de menos cuando no las tienes.


Y como esta zona es prácticamente un pueblo a diez minutos del centro, tiene algunas cosas maravillosas. Una de ellas, que me encanta pero que no la echo de menos, sólo la aprecio cuando está ahí, es que en los días de frío, cuando se hace de noche (que si es pleno invierno pueden ser perfectamente las cinco de la tarde), la calle huele a sagato. Aquí le decimos sagato al olor que genera un fuego de leña. No suele ser muy bueno porque normalmente se refiere al fuego de una chimenea, que se enciende para cocinar y que se te pega en la ropa y no se te va en dos días. Pero alguien que vive cerca de donde yo vivo debe calentar la casa con leña. Albacete tiene esas cosas, puedes tener internet de fibra óptica en la misma casa en la que la caldera funciona con leña.

Es una cosa que me hace sentir muy bien, salir de clase a las diez de la noche, volver a casa con mucho frío (pero frío seco), el cuello del abrigo subido, oliendo a leña. Me jode menos tener que andar a esas horas con ese frío, qué queréis que os diga.

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